jueves, 27 de enero de 2011

Taller 1.26


Volviendo a mi autobiografía. Yo no me inquietaba demasiado por no compartir mi Cara
Original con mis contemporáneos debido a que la compartía con algunos no contemporáneos a quienes respetaba enormemente. Era muy alentador. Pero desde entonces me las he arreglado para compartirla con unas pocas personas, incluidos ustedes, mis queridos amigos, aquí esta tarde.
En cuanto a los problemas de los que hablaba –los problemas personales del joven Douglas– solo una palabra sobre ellos. Encontré que me ha sido necesario un cierto tiempo antes de perder esta cosa llamada cabeza. A los dos años, el pequeño Douglas había sido Nada-desde-lo-que-mirar-y-acoger-el-mundo. Después creció y devino una cosa-a-la-que-mirar. Ahora, gracias a ver mi verdadera Cara Aquí, devengo nuevamente Nada-desde-lo-que-mirar. Y el problema de la timidez, todo ese terrorífico egocentrismo que le ciega a uno a las gentes y que bloquea la vía del amor, estaba, en principio, resuelto. Pero pasaron unos pocos años, les puedo decir a ustedes, antes de que la Libertad aquí se estableciera y deviniera no una cosa-a-la-que- mirar, sino Nada-desde-lo-que-mirar.

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