miércoles, 19 de enero de 2011

Taller 1.24


El muchacho se dijo a sí mismo: «Yo no comprendo. El Buda dice esto. Él no mentiría».
Entonces miró a su maestro y dijo: «Maestro, usted tiene ojos y nariz y boca. Yo tengo ojos y nariz y boca. El Buda no mentiría. Yo no comprendo». El maestro dijo: «Yo no comprendo tampoco. Váyase usted mejor a ver a otro maestro». Así pues, Tung Shan se marchó y buscó maestros. Continuó año tras año buscando a alguien que le explicara el Sutra del Corazón, donde el Buda dice que uno no tiene ojos ni nariz ni boca.
Un día, él estaba caminando por un pequeño puente. El agua en el río estaba clara, y se inclinó para mirar el agua. ¿Qué vio en el agua? Vio dónde tenía sus ojos y su nariz y su boca. Vio dónde tenía su cara humana. Por supuesto, ustedes normalmente no miran su cara en un río. Ustedes la miran en el espejo de pared de su baño, ¿no es cierto? Pero es la misma cosa. Ahora, cuando vayan a casa, ¿querrían hacer algo por mí, por favor? ¿Querrían mirar a la cara en el espejo y ser honestos sobre dónde está y a qué está mirando?
Tung Shan vio que su cara estaba ahí en el agua, y vio lo que el Buda quería decir. Vio su cara humana ahí, y vio su verdadera cara Aquí. Esto es lo que el budismo zen llama la Cara Original. Yo tengo dos caras. Una es mi cara humana, que es mi apariencia. Ella está a un metro de mí, y yo se la doy a ustedes debido a que no me pertenece. Ella es su propiedad. Cuando me la apropio, estoy cometiendo un robo. Lo que nosotros hacemos es tomar nuestra apariencia, que pertenece a los otros, ponerla Aquí sobre nuestros propios hombros, y entonces nos preguntamos por qué tenemos tantos problemas. Así pues, ahí estaba Tung Shan, encontrando su cara humana a un metro de su Cara real, la Cara que tenía antes de que sus padres nacieran.

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