domingo, 13 de diciembre de 2009

Una historia 2

Un día pasó por allí un monje budista. Aquel monje había sido íntimo amigo de la familia real. Solía visitar al rey y a su familia regularmente, y a veces se quedaba en palacio en calidad de invitado durante varias semanas. Mientras el monje observaba los ojos del joven, ocurrió algo asombroso. Le reconoció como el hijo del rey que había sobrevivido al desastre ocurrido veinte años antes. De modo que el monje fue al pescadero y le dijo que debía ser el príncipe que había sobrevivido al naufragio, diciéndole que le reconocía por sus ojos y por su expresión facial. El joven no creyó al monje y le dijo que él sólo era un pescadero.
-Mira mis ropas –le dijo-. ¿Tengo aspecto de ser un príncipe?

Pero el monje quería asegurarse y contactó con los parientes de la familia real. Sus tíos también parecían reconocerlo, y encontraron una marca de nacimiento que tenía en el cuello, ¡exactamente igual a la de su padre! Cuando le hablaron de la marca de nacimiento se abrió la posibilidad de ser un miembro de la familia real, Y cuando sus tíos se lo confirmaron totalmente, abandonó su resistencia. También recordó que su madre le había dicho que en realidad ella no era su madre, y que le había encontrado en la playa. Aunque no podía creérselo, aunque recordaba que había estado vendiendo pescado en la playa de Ayuthaya aquella misma mañana, ahora tuvo que aceptar que verdaderamente era el príncipe de modo que accedió a ir a palacio. Unas semanas después, se celebró una gran ceremonia en Ayuthaya. Fue coronado como nuevo rey y aprendió a desempeñar sus deberes reales.

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